Los diodos emisores de luz (LED) han existido durante mucho tiempo, pero solo se han introducido como una opción de terapia legítima en los últimos años. Los LED son similares a los láseres en que pueden emitir la misma luz pero difieren en la forma en que se entrega la energía luminosa.

Los láseres son emisores de luz de una sola longitud de onda de haz enfocado que pueden ser lo suficientemente intensos (un láser "caliente") para quemar / cortar tejido o lo suficientemente "fríos" como para tener solo efectos de terapia de luz. Los LED no brindan suficiente energía para dañar el tejido, pero sí brindan suficiente energía para promover la autocuración natural y el alivio del dolor. Con una salida de potencia de pico baja, los LED brindan una entrega mucho más suave de las mismas longitudes de onda de curación de luz, al igual que el láser, pero sin el mismo riesgo de daño ocular accidental que los láseres.
 

Los LED son simplemente dispositivos convenientes para producir luz en longitudes de onda específicas, y varios estudios establecieron que es la luz en sí misma en longitudes de onda específicas la que es de naturaleza terapéutica. Todos los sistemas biológicos tienen un espectro de absorción único que determina qué longitudes de onda de radiación se absorberán para producir un efecto terapéutico determinado.

Se ha demostrado que las porciones del espectro rojo visible e infrarrojo invisible tienen efectos terapéuticos únicos y altamente absorbentes en los tejidos vivos.

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Los LED también permiten que el haz de luz se extienda en lugar de ser un haz de luz puntual. La difusión de gran angular del LED le confiere una mayor facilidad de aplicación, ya que las emisiones de luz pueden penetrar una superficie más amplia, y esto da como resultado un tiempo de tratamiento más rápido para un área determinada que el láser.